Kingdom of Obsolete

Transformer de chatarra creado por Jiang Chen y Yang Junlin,
de Huizhou, China. Todas las imágenes originales están aquí:
https://labandasesupera.wordpress.com/2011/03/05/un-transformer-megatron-de-chatarra/

Obsoletia -así llamamos a esa remota nación los hispanoparlantes- es un país exótico y sorprendente. Al principio lo poblaban cuatro o cinco infelices, pero la casualidad y otras vicisitudes de la vida convirtieron este reino en un imperio tan grande como Parla, Pinto, Fuenlabrada, Leganés, Móstoles y Alcorcón juntos.

Contra la tendencia de aquella zona del planeta, el Rey Obsolescente I decretó el uso obligatorio del hierro fundido como material de construcción. Garantizó así la solidez de los útiles, las edificaciones, el mobiliario urbano y cualquier cosa sobre la faz de la nación. Sin embargo, el óxido comenzó a destruirlo todo con el correr de los años.

Tenía a sueldo el monarca un gurú de cabecera, que dirigió con acierto las primeras construcciones, pero poco después se acomodó. Dejó más solos que la una a sus albañiles subordinados, y se entregó a los placeres de la comida mexicana, muy de moda en el lugar. El paso del tiempo y su falta de concentración en el estudio dejaron muy anticuados los conocimientos que le habían ayudado a levantar los primeros tenderetes.

Su obsesión recurrente era «que no se tocase nada» a sabiendas de que el roce de un dedo en la fundición era suficiente para tener problemas. Los artesanos intuían con horror el colapso inminente de la ciudad capital, pero siempre topaban con el bloqueo del sabio y la inexplicable tolerancia que mostraba el monarca a su inacción.

De repente, un día se levantó su obsoleta majestad con el pie izquierdo y mandó llamar al más adulador de la comarca. Hombre de carácter irascible, parecía el ideal para dirigir una tropa de élite destinada a acabar con los problemas.

Algunas limitaciones presupuestarias -en las que no vale la pena abundar- obligaron a crear la división de boinas verdes reclutando entre los antiguos albañiles. Tomó a los más jóvenes y fornidos para su causa, dejando a los mayores del lugar en una dignísima jubilación anticipada. En un torpe intento de asegurar la motivación e implicación de los alistados, se procedió a empeorar sus condiciones laborales como aviso a navegantes y espectadores de tierra.

Por desgracia, la adulación y la trepa no tienen mucho que ver con el conocimiento y, por más que los nuevos reclutas desfilaban con elegancia por las avenidas de la ciudad, los efectos de la herrumbre no se mitigaban. Cada vez que la división de supersoldados se encontraba con un problema, la solución era aportada, siempre de modo extra oficial, desde el rincón de los ancianos.

Crear los GEOS, equiparlos con el coche de Batman para que lo enseñen por las calles, y después enviar a los municipales en patinete a luchar contra el crimen.

Cuando se conocieron estas circunstancias, el monarca montó en cólera y exigió la fumigación inmediata de la capital y las provincias. Penosamente, esto acabó de derrumbar la nación, que quedó a merced de la termita devoradora de chatarra.

Se rumorea que los ancianos llevaban una temporada construyendo una nueva ciudad, esta vez de aluminio y policarbonato, y que el rey y su séquito pudieron guarecerse en ella a tiempo, justo cuando el último hierro oxidado se colapsó.

También cuentan, sin que se pueda confirmar, que el adulador sigue desfilando en solitario entre los residuos como si nada de lo anterior hubiera ocurrido.

Los soldados han dejado los uniformes y se han refugiado en el cálido rincón de los ancianos.

El gurú regenta un magnífico restaurante Tex Mex en la zona más distinguida de la nueva ciudad.

El monarca, feliz y despreocupado, practica deportes de sociedad.

También hay project managers, pero son muy buenos, no hacen nada ni muerden.

Todo bien.