Reflexiones de casi verano (cap. XI)

TETRIS

Las piezas van encajando por primera vez en toda mi vida. No quiero cometer imprudencias ni poner a terceros a cometerlas. No me voy a ilusionar de más, porque «más dura será la caída». Siempre he vivido a la sombra de problemas económicos -tanto propios como ajenos- y al albur de la escasez de buena suerte [1]. Ahora se muestra una tímida tendencia a dar la vuelta a la tortilla. Siéntese a la mesa, pruébese y brindemos. Prepárese para recibir presión de la señora que regenta el local. En Asturias se come. También conoce usted el lugar, lo mostré hace bien poco [2]. Ya están dando la brasa para que repitamos la excursión. No puedo tanto, han de tener en cuenta que ya soy un señor mayor. En teoría me quedan dos telediarios para estar pegado a una valla, criticando las prácticas de encofrado y vertido del hormigón. O jugando a la petanca. O tirado al sol en la Playa de Guadamia. O viendo resoplar a los Bufones de Pría, justo al lado. Solo pido un poquito de humanidad.

[1] «La flor en el culo», un apunte reciente en este mismo blog.
[2] «La Pumarada», bien cerca de los Acantilados del Infiernu.

LETRAS O CIENCIAS

Un tópico lamentable dicta que has de tomar partido. Eres de ciencias o eres de letras. Para quitarse de encima esa estupidez, puede buscar a José Manuel Sánchez-Ron en el lugar de siempre. Físico y sin embargo escritor. Siempre cita a Alfonso X el Sabio y a Santiago Ramón y Cajal cuando quiere ilustrar esto con un ejemplo. También se queja de que las mujeres han sido excepciones en la ciencia. Los méritos de sus trabajos se los solían llevar los supervisores, casualmente varones. Ojalá que este tiempo haga justicia con las mujeres de ciencia que fueron ignoradas y vituperadas en el pasado. Y también con las mujeres de letras. Y, como no, con las que saben de las dos cosas. Aprovecho, además, para volver a reivindicar la investigación básica, como fin en sí misma y como medio para que la gente corriente eleve su nivel de formación. Esa parte de la población que no se anima a estudiar porque no cree que vaya a tener la oportunidad de investigar, o de tener un trabajo intelectualmente relevante. Si solamente se puede labrar un futuro atractivo apuntándose a gran hermano, ¿Para qué estudiar? Cambiemos esto por nuestro propio bien.

GADGETS

Un lado malo de la unión de la ciencia y la tecnología es que esta última produce gadgets (cacharros, accesorios, chismes) que son rentables a corto plazo. Esto hace que se descuide la parte importante, la científica, que solo se materializa a largo plazo. Si solo dedicamos recursos a lo que se va a vender deprisa, el resto se quedará sin hacer para nuestra desgracia.

MONOS NARIGUDOS DE BORNEO

Escuché en alguna parte que la nariz prominente se relacionaba con personas generosas, pero nadie me habló de la vinculación al macho alfa. Esto aseguran los estudiosos de los monos narigudos de borneo, cuya mítica porra recuerda a las historias gráficas que pintaba Miguel Gila. Experimenté en mis jóvenes carnes la breve relación con una preciosa damisela de nariz aguileña. Aquello apestaba a provisional, porque se veía claro que le tenía echado el ojo a otro gañán. Con él compartíamos horarios de clase y ratos de descanso. Se notaba descaradamente que lo nuestro estaba terminado antes de empezar, pero acepté de buen grado la parte carnal mientras duró. Dos o tres semanas de sexo magnífico, y luego el silencio de quien no quiere que se conozca la historia de su disfrute previo. Nada que objetar por mi parte. Su hermana menor, de nariz igualmente aguileña, se cruzaba conmigo por los pasillos de la facultad negándome el saludo, como si yo fuera culpable de alguna cosa inconfesable. En la mejor tradición de las visitas a su pueblo, casualmente cercano al mío, fui obsequiado un buen día como premio a un viaje de cortesía en bicicleta. Rico par de huevos fritos con sus patatas reglamentarias. Excursión al cementerio con rato íntimo incluido, mucho mejor que muy bien. Vuelta a casa con los huevos fritos alojados en la parte del digestivo, complicada. Pero a la juventud conocen con el sobrenombre de «divino tesoro» y no es por casualidad.

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