El niño que fui

Este señor de mediana edad volvió al lugar en el que fue feliz. Ese lugar está en el mismo sitio pero no tiene nada que ver. Otras gentes, otras formas, otros fondos. Nos hicimos mayores. Usan la palabra «madurado» como si fuera otra cosa. Al ser lo mismo, me sirven las dos. El hormigón y el ladrillo envejecieron mal, y ahora hay que rascarse los bolsillos para que aquello esté habitable y tenga un aspecto medio decente. Esto es igual que la Baja California de los tercos misioneros. Recio y hostil, solamente suavizado por esas nuevas gentes que dicen que te conocen. Sonríes y te muestras amigable como si te acordases. En el fondo da igual. Se agradece la familiaridad y la ayuda. Buenos vecinos del viejo que soy y del niño que fui.

4 comentarios en “El niño que fui”

    1. Tampoco hace tanta falta volver al pasado. En el presente estoy muy a gusto. Que siga la racha de buenas experiencias con gente maravillosa. Tú eres una de esas personas geniales. Hay más en mi vida, y espero que en la tuya también. Eso es lo que más importa.

  1. Yo cada tanto me escapo al pasado, pero en lugares de vacaciones nomás, y sólo por un ratito. Comprendí que lo que uno busca no es el lugar en sí, sino a uno mismo, o como dice tu título, al niño que fue. De todos modos, por suerte, con mi versión adulta me llevo bastante bien 🙂

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