El unicornio rosa (cap. XVIII)

Celebro la presente entrega de la colección comentando las reflexiones de Evgeniya. Desea saber si mi corazón está ocupado y sugiere que conteste a su misiva en caso negativo. La novedad consiste en su reconocimiento de que «pasa mucho tiempo en el trabajo».

En su lugar de residencia -no identificado, pero presumiblemente localizado en el este- no saben de la existencia de un «estado del bienestar» en el cálido suroeste de Europa. Han conocido la revolución bolchevique y su destrucción. Han vivido el sálvese quien pueda más salvaje de la historia. Conocen la penuria y la desprotección.

Les ha quedado un sentido del reparto muy coherente con las teorías del socialismo real. Otra cosa son las prácticas.

También conservan, sobre todo las mujeres, un enorme sentido de la responsabilidad que hace que carguen con la educación de los hijos, el cuidado del hogar y la satisfacción del esposo. Aunque éste ande con los amigotes dando cuenta de una botella de vodka de mediana calidad.

Brindo por esas mujeres, frías como el hielo y a la vez acogedoras como una noche de verano en las playas de Cádiz.

Por ejemplo, la del 12 de febrero de 2011. Ya sabemos que, de verano, nada de nada. Sin embargo, todos los días gaditanos son veraniegos para una mujer de la helada tundra siberiana.

4 comentarios en “El unicornio rosa (cap. XVIII)”

    1. Hace muchos años fui bombardeado con una serie de mensajes SPAM en los que unas chicas rusas me proponían iniciar una relación. Imaginé que era un ciber fraude y fantaseé con un camionero barbudo que estaba detrás de los mensajes. En efecto, son fotos antiguas (2010-2011) y mis reacciones a todo ese correo no deseado.

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