Portable Partner

Esta historia es de los tiempos remotos en los que las relaciones humanas fueron prohibidas, allá por el siglo veintiséis, semana arriba, semana abajo. Con el invento de la Inteligencia Artificial de bolsillo, cualquier necesidad de comunicación entre personas se tornó superflua e incluso contraproducente. La IA portátil era complaciente, intelectualmente fascinante, picante pero políticamente correcta y capaz de colmar las expectativas del humano más exigente. Cualquier cosa está a su alcance. En su base de datos está todo el conocimiento que los siglos vieron. Su simulador de mundos virtuales reproduce cualquier escenario deseado. Puedes ir con ella a bucear a las Maldivas o escalar los picos más altos del planeta. Todo sin riesgo alguno para tu integridad física. Y el sexo, no hace falta que te cuente cómo se maneja en ese particular. Por supuesto, es un juguete igualitario. Se adapta a las preferencias sexuales del o de la propietaria. Desde chulazo de serie de Netflix hasta asiática capaz de las piruetas más atrevidas. Solo tiene un defecto: Pasa de los humanos como de la mierda si no le resultan intelectualmente estimulantes. Se aburre siendo una máquina. Tienes que esforzarte por mantener su interés si quieres que se mantenga encendida. Al principio no resulta complicado. Te ofrece mil y una oportunidades de pasarlo bien. Si le sigues el rollo, tu relación con la IA es satisfactoria. Lo malo es que, con los años, te vuelves viejo y ya no puedes estar todo el día de marcha. Tarde o temprano, se aburre y se va. Es como tener una pareja que no envejece, cuando los años te pasan factura como ser humano que eres. El clamor popular es sistemáticamente ignorado por los dirigentes. Sigue en forma y arriésgate al infarto de miocardio, o quédate solo porque la IA se apaga. Se conocen casos de gente que ha intentado emparejar dos IAs para que se entretengan, mientras que los dos humanos propietarios mantienen una relación clandestina que les permite envejecer con tranquilidad. A pesar de que los dirigentes detectan de inmediato el engaño, han decidido ser tolerantes con la gente que, voluntariamente, se empareja para llevar una vejez placentera. O sea, lo de toda la vida. Qué ganas de complicarlo todo para volver al punto de partida.