50 cosas i sobre mí

I de intrascendentes, inútiles, imbéciles, en fin… ponga lo que quiera en lugar de la i.

  1. Mis padres buscaban educación de calidad y eso solamente lo tenían los curas. Supongo que era el imaginario cultural de los sesenta. Así que… si. Me crié en un colegio de curas y me quedé así por eso.
  2. En el lado positivo, tengo en la agenda a todos los que son alguien en este país. Esto ha sido de gran utilidad para nada. Ni soy corrupto ni soy corruptor ni quiero acercarme a la política.
  3. Eso sí, las reuniones de antiguos alumnos parecen la portada de la edición española del Fortune 500. Y también la del libro Guiness de los records. Cada uno es más mamón que el de al lado.
  4. De pequeñito era brillante. Leía con tres años, conocía las cosas antes de leerlas, solo por el aspecto del logotipo y eso también servía para nada en absoluto. Después se me pasó.
  5. En la prueba para entrar a un club de superdotados me salí de la tabla. No podían creer lo que veían. Aquello no me interesaba ni un poco. Me dejaron por imposible. Todavía siguen mi pista.
  6. Inventé un plan de carrera a mi medida. Yo quería ser ingeniero de cazuelas. Una lástima que no seguí mi vocación y me puse a hacer el mandril. Gratis, no como otros, que hicieron de ello su medio de vida.
  7. Odiaba el pescado. Esta es la sombra más oscura de mi infancia. Para contrarrestar, adoraba el marisco. Mi madre casi se muere, embarazada de mí, por un atracón de percebes.
  8. De todo eso ya no queda nada. No hay quien se acerque al pescado ni al marisco, salvo que pague otro. Cosa que, por fortuna, ha ocurrido muchas veces a lo largo de mi vida de ameba.
  9. Me encanta viajar. Esto ha sido ignorado silenciosamente por todas las mujeres de mi vida. Se extrañan cuando me voy, a pesar de que estaban avisadas. No sé qué pintaban a mi lado.
  10. Tengo una habilidad sobrehumana para atraer a personas seta. Hay otra interpretación de este hecho. Mienten como bellacas al principio, y sacan su verdadera personalidad mucho después.
  11. Tres curas hicieron profecías sobre mí. Dos de ellos acertaron: viajero, ingeniero y… ¿político? Este último se columpió mucho, a la vista de los hechos. Podría haber sido un acierto.
  12. Tengo tres hijas pero no fue mi intención. De hecho, su madre tenía sus propios planes. Tengo que reconocer que esos planes eran mejores que los míos. Sin rencor pero con la debida distancia.
  13. Nunca he tenido buena suerte. Mala tampoco. La campana me ha salvado del desastre varias veces. La palabra adecuada en el momento preciso. Muchas veces. No sé cómo valorar esto.
  14. Nací un catorce de septiembre. Tengo una amiga que salta como si estuviera sentada en un muelle y grita «Virgo!!!». Con algo tiene que entretenerse la criatura. Siempre se acuerda de mi cumpleaños.
  15. Una frase me define más que ninguna otra: «No voy a arreglar tu ordenador». La vida me dio una nueva oportunidad cuando se inventaron los móviles y las tablets. «Yo de eso no entiendo» pone en mi tarjeta.
  16. Hubo una excepción muy justificada. Qué pena que la vida nos llevó por caminos distintos. Venía como hay que venir a pedir soporte técnico. Con un buen vino y una generosa tapa de Joselito.
  17. Tengo un gran defecto: pienso despacio y no decido sin datos. Después me doy cuenta de que he hecho una estupidez y doy marcha atrás. Hay gente que sufre. Lo siento mucho. Me he equivocado…
  18. No volverá a ocurrir. Es lo que uno piensa sinceramente, y luego la vida tiene otros planes. Si volviera a ocurrir, será con fórmulas que no lleven al sufrimiento, ni propio ni ajeno.
  19. No sé como hace Diógenes para colarse en mi vida. Hay gente que piensa que es más difícil la ruptura si pone unas toneladas de enseres a modo de ancla. Error.
  20. Mi primera relación seria era pianista. Fue una experiencia maravillosa mientras duró, pero yo lo avisé desde el principio. No muevo pianos. No me caso con pianos. No hace nada un piano en mi vida.
  21. Mi próxima mujer ideal vendrá con una maletita pequeña. La música en el teléfono o, como mucho, en el portátil. No a los instrumentos musicales que miden dos metros y requieren una mudanza aparte.
  22. Si te gusta viajar en moto ya me tienes medio ganado. Pero me pierdes si, con el tiempo, decides aburguesarte y anclarte al sofá. Demasiado tiempo sentado en mi vida profesional. No pienso parar.
  23. Quiero dar mi segunda vuelta al mundo. Como la primera fue por trabajo, no pude disfrutar de muchos de los lugares que visité. Voy a desquitarme, en la medida de lo que pueda.
  24. He vivido en New York, Los Angeles, San Francisco, México D. F., San Juan de Puerto Rico, Río de Janeiro, Reston (Virginia), Santiago de Chile y Sevilla.
  25. Alguna se me ha olvidado. Las más recientes: Capri, Londres (varias veces), Palma de Mallorca, Segovia, Zurich, Ginebra y Madrid (varias veces). Yo quería quedarme en Capri y no pudo ser.
  26. Soltar lastre me alivia. Perdón por usar esa palabra con seres humanos, pero hay gente que parece que está de adorno. No ato a nadie. Tampoco me gusta que me aten. Esto, a veces, no se entiende.
  27. Tengo un elefante con un billete de cinco euros en la trompa. Por más que pregunto, no sé si hay que orientarlo a la puerta o a la ventana. Si alguien sabe de elefantes, por favor, que me ilustre. Pago cena.
  28. Me leí «la interpretación de los sueños» de Jung, y me alivió ver que hay gente que está peor que yo. Es admirable ver cómo de la necesidad hacen virtud. Es un superventas universal.
  29. Mi película favorita es «matar a un ruiseñor». Expresa lo valioso de la vida y lo asqueroso que es dar muerte a un ser vivo inocente. Esto explica mi fijación con los traficantes de armas.
  30. Me casé vistiendo el uniforme de ingenieros que me prestó un pariente lejano. Después fue de gran utilidad en el cuartel general de la OTAN. Si ibas de paisano te eternizabas en los controles.
  31. Entre la boda y la OTAN pasaron diez años. El pantalón me quedaba pesquero. Tuve que comprarme unas botas para que no se notara. El dolor de pies me duró otros diez años.
  32. ¿Qué hacía yo allí? En aquellos tiempos solo tenían criptografía los ejércitos y la banca. Fui a hacer un curso de cifrado que solamente se impartía allí. La comida un asquito pero la gente muy bien, claro.
  33. Un ligue ocasional vino conmigo a Bruselas y se pilló una indigestión de mejillones al vapor. Mis planes consistían en tener una noche de pasión, y vaya si la tuve. Vomitó hasta la primera papilla.
  34. Fue, para su referencia, la misma noche en la que un ciego nos representaba en Eurovisión. El ciego que yo me pillé -mientras que la víctima dormía para recuperarse del cólico- también fue notable.
  35. Mucho antes de esto tuve una relación seria con una azafata. Vino a visitarme a San Francisco pero se aburría. Se fue a Las Vegas en coche y fue detenida al pasarse por el forro el límite de velocidad.
  36. Ocurrió en un pueblo perdido del desierto de Nevada. Me tuve que gastar el sueldo del mes en ir a sacarla del calabozo. Nos recuperamos un poco en las tragaperras. Triunfó el amor. Selebreision.
  37. Nunca culpo de mis fracasos a otra persona. A veces la tiene, pero se ve venir. No entiendo cómo puedo caer en esas trampas. Supongo que es verdad que es ciego, o se lo hace.
  38. Una vez tuve que hacer el boca a boca a una chica guapísima. De algo se enteró, porque daba la sensación de querer empeorar. No hubo suerte o sí, según se mire. Excelente salud.
  39. El anhelo de mi generación era pasar la noche con una chica. Unos años después, nos conformaríamos con dormir de un tirón. Lo de la compañía tampoco es tan necesario.
  40. Nunca olvidaré un corte de pelo con masaje craneal intenso. Tan bien me quedé que ofrecí llevármela a casa. Casi cuela. Quiero ser millonario solo para tener una peluquera como aquella en nómina.
  41. Me invitaron a una boda gallega una vez. Solamente encontré un defecto. Tuve que volver. Me habría quedado allí para siempre. Eso sí, con uno de esos inventos que quitan la humedad del ambiente.
  42. Todo me parece muy simétrico. Bulos de un lado, bulos del otro. Corruptos aquí y allá. Jueces que cojean de un pie o del otro. A ver si aparece uno que rompe ese equilibrio tan lamentable.
  43. Fui a Turquía y todos insistían en que me pusiera pelo. Desde luego que no lo hice. Apelé al dicho «Dios creó unas docenas de cabezas perfectas. Las demás las tapó con pelo».
  44. Padezco el síndrome de Hortaleza: «Muchos pelos en los huevos y pocos en la cabeza». Es broma. Era un chiste muy extendido entre los de mi generación.
  45. Hace tiempo que dejé el café. No noto gran cosa, pero lo mismo me parecía con el estrés. Ahora, tras una temporadita de descanso, no sé cómo lo he soportado.
  46. De las aves que vuelan, la que más me gusta es el cerdo. Así hablaba uno de mis tíos, y se me quedó la frase grabada a fuego. Seguro que he sido cerdo en una vida anterior.
  47. Hay cosas que no puedo afirmar, siendo firme partidario del método científico. Si no se puede demostrar, ni lo das por cierto ni por falso. Te pongas como te pongas.
  48. Napoleón vino a desborricarnos, pero nosotros no damos facilidades. Nuestras cadenas son nuestras posesiones más preciadas. Ni con cuarenta años se nos quita lo cateto.
  49. Me preguntan si China es un país de malos o de buenos. La verdad es que es tan grande y tiene tanta gente que no se puede hablar de algo único. Me preocupa lo del estreñimiento.
  50. Al final quiero llegar sin un euro en el bolsillo. Será la señal de que lo he disfrutado a tope y sin miramientos. Gracias por la paciencia de llegar hasta aquí.

3 comentarios en “50 cosas i sobre mí”

  1. El elefante, según la cultura tailandesa, que entienden mucho de trompas y orejotas, tiene que estar de culo a la puerta de salida, para que entre el dinero en tu casa. Me puedes invitar a comer cuando saques el libro, porque con esta introducción, lo compro, no va a tener desperdicio.
    Magnos sueños.

  2. Atticus Finch es también uno de mis grandes personajes, en el cine y literario, aunque he de reconocer que leyendo la novela de Harper Lee, le ponía la cara de Gregory Peck. Maravillosa obra “Matar a un ruiseñor”, de las que marcan.

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