Querer es poder

Cuatro minutos restaban, así lo indicaba claramente el lector de mi traje. Esa medida incluye la reserva de aire que se supone necesaria para volver a la zona segura desde la posición más alejada que se permite en paseo espacial.

No sé cómo he llegado tan lejos. Me he dormido, probablemente. Un desmayo producido por un error en la mezcla de oxígeno, nitrógeno y argón. Sin forma definida.

Tres minutos. No es momento de acordarse de Mecano. Con este sopor -hoy no me puedo levantar- es muy difícil pensar con claridad y actuar con la necesaria precisión. Intento decir algo. En mi garganta se ahogan cuarenta palabras, cincuenta palabras o cien.

Encontrar las dos puntas del cable de seguridad. Ver si sigo conectado a la nave. Con dificultad, localizo la pieza que conecta el cable a mi traje. Temo volver a perder el conocimiento. Se me escapa. No hay forma humana.

Dos minutos, dice la voz del computador. Vuelvo a palpar el cable. A ver si puedo seguirlo. Nada. Me duermo. Trato de encontrar el recorrido con las manos.

De repente, tu cara. La más bonita que he visto jamás. Me sujetas por un lado y empujas mi cuerpo por el otro. Confío. Seguro que conoces la dirección adecuada. Me dejo llevar. Este baile podría ser el último. Contigo no me importaría, pero siento el golpe de mi espalda con un sólido y después ya nada.

Despierto en el interior de la estación espacial, ya sin traje ni escafandra. Respiro profundamente. Me alivia volver a verte. Supe que nunca podría estar sin ti el mismo día que te conocí. En aquel momento no te dije ni palabra de esto, no quería que me tomases por loco.

Hoy puedo contártelo. Desde el principio sé que estás en mi vida para serlo todo. Amante, esposa, amiga, confidente, compañera y también salvadora. Algunos testigos notables supieron desde el principio que yo tenía este pálpito. Se confirman mis presagios. Me abrazas, me besas suavemente, me derrito de placer, recupero lentamente el ser y el estar.

Intento incorporarme, no me dejas, por mi propio bien. Sigo mareado, enamorado, ebrio de mezcla de gases defectuosa, sereno de amor infinito. Voy a perder el conocimiento otra vez, pero ya no me importa. Estás ahí, me proteges, me siento seguro porque estás, existes, tienes el control, nada temo.

Nunca me pasará nada malo contigo al lado. Tu poder me alivia, me tranquiliza, me salva. Después nos vemos. Sigo abrazado a ti. Qué más puedo pedir. Cuánto te puedo querer. Cuánto poder.

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