Caldo Gordo

Nuestro hijo Felipe, como todos nuestros políticos, ha vendido nuestra alma al diablo. Las guerras terminan dejando de suministrar armas, igual que se deja de fumar dejando de tomar el cigarro con las manos. Todo lo demás es un negocio de venta de armas que solo nos beneficia un poquito, mientras que la parte del león se la lleva el amigo americano. A cambio muere mucha gente inocente. Recuerdo que la gente corriente de Ucrania y la de Rusia se ven a sí mismos como pueblos hermanos.

Dejemos de hacer el caldo gordo a corruptos. La paz se logra dejando de guerrear. Más armas solamente traen más guerra, más muerte, más destrucción. Y no seamos hipócritas. También traen más negocios de reconstrucción en el futuro. Al menos, mientras que puedan pagar. Atención: estamos haciendo el mal si vamos por ese camino. Encogerse de hombros es mezquino.

Soy consciente de que el tío Sam nos traerá la guerra a casa si destapamos su juego. Por eso necesitamos políticos que ejerzan el poder de otra manera. No me resigno a ser un vasallo de Bruselas que es, a su vez, un vasallo de Washington. Tenemos medios para construir una defensa propia y no depender de terceros. Usemos esos medios para traer la paz, y no para que unos pocos se hagan millonarios con la muerte.

Deja un comentario

Este sitio utiliza Akismet para reducir el spam. Conoce cómo se procesan los datos de tus comentarios.