Qué inconveniencia. Cortado el servicio del tren de cercanías en un tramo que me afecta mucho. Vaya faena. Extrañamente, entablo conversación con otra perjudicada y se produce la química de manera instantánea. El perrete ayuda, claro. Sus acrobacias no dejan indiferente a nadie. Él solo está pidiendo comida, pero la mayor parte de la humanidad ignora este dato. La charla continúa. El autobús de sustitución nos aporta una excursión gratis por esos mundos de d10r. Acabas enseñándome fotos de tu perra, que tiene nombre de bebida. Te doy el número de mi móvil, por si quieres que salgamos algún rato a pasear bichos en compañía. Deliberadamente omito pedir tu número. Toma la iniciativa de llamarme si quieres, o condéname al olvido si es tu voluntad. Continuará, eventualmente.
Pasear con los perretes hace amigos y a veces incluso más…
El amor y los ladridos surgen de cualquier parte.